Todo comenzó así...
Me desperté gracias al despertador, en un día diferente. Luego
de un par te torpes movimientos somnolientos logre apretar el botón creador de un
nuevo silencio. Me estiré por la costumbre, siempre lo hacía, era un hábito ¿Malo?
Yo no lo creía así. Abrí las ventanas y resistí al impacto de las luces solares
exteriores, vampiro no era, así que podría soportarlas. Tomé la ropa que había
dejado en el pequeño pero acogedor sillón de mi cuarto y bajé las escaleras
hacia el baño. Allí me lavé los dientes, vestí, peiné…nada fuera de lo casual,
lo que hace cualquier persona en el baño. Luego de abrir la puerta del baño
continué bajando lo poco que me quedaba de escaleras y atravesé el living hasta
llegar a la cocina. En ella se encontraba mi madre, la persona que a demás de
haberme dado a luz, me había cuidado siempre, de nombre Patricia Giraldi. Se
había tomado la molestia de levantarse mas temprano que yo, para prepararme el
desayuno. Era un lindo detalle, no todas las madres se levantan tan temprano,
solo para que su hija tenga un buen comienzo en su día.
- Buenos días, hija - Dijo con su alegría de siempre.
Se dió vuelta para saludarme.
- Lo olvidaste ¿verdad? Hoy es el día que comienzan las
clases, ese día tan esperado por todos los de tu… ¿A quién engaño? Nadie quiere
ir, supongo que por eso lo olvidaste -
Terminó la frase riendo y me pidió que me cambiara y me
pusiera el uniforme. Yo tampoco resistí la tentación de reír.
- Supongo que por eso lo olvidé, ya voy a cambiarme.
Dando pequeños y ligeros pasos caminé el recorrido anterior en
reversa, pasando de largo por el baño y directo hacia mi habitación, allí me
vestí correctamente, con lo que debía usar en ese día. Luego, más
tranquilamente volví a la cocina, donde mamá ya estaba desayunando.
- El nuevo uniforme te queda precioso.
El típico comentario de una madre el día que comienzan las
clases. En realidad, lo dijo con su cara iluminada por una hermosa sonrisa. Se
no taba su buen humor. No iba a contestarle fastidiada, ni nada por el estilo,
como suelo hacerlo.
- Gracias mamá, es realmente cómodo.
Ese comentario, fue porque realmente no me lo esperaba, los
uniformes que ya había usado eran muy cualquiera. Los liceos gastaban el mínimo
porcentaje de dinero en lo uniformes, solo para que fuéramos identificados por
algo, claro que no por su voluntad, sino gracias al gobierno. Eso no me
importaba, o por lo menos intentaba de que no.
Tomé una de las galletas que estaban en la mesa, pensativa,
como siempre.
- Es genial. Es del único del que no te has quejado.
¿Eso quería decir que me quejo por todo? Yo no lo creo así. Bueno,
tal vez un poco. Puede que sea un poco crítica pero al fin y al cabo ¿A alguien
le importa? No lo creo.
- Supongo - Contesté
Tal vez fue algo cortante ese comentario.
- ¿No se nos esta haciendo un poco tarde? Si mal no
recuerdo, las clases empiezan 7.30 y son las 7.00.
- No, aún falta media hora y además estoy esperando una
llamada de tu padre - Contestó muy tranquila, algo que no solía hacer.
En ese momento sonó su celular. Fue como una predicción,
esos momentos en el que uno habla y “pum” por arte de magia sucede. Es algo cómico.
- Rafael, ¿Cómo estás?
-Estoy muy bien ¿Y tú? . Bueno, quería decirles dos cosas:
primero desearle suerte a nuestra hija en su primer día de clases aquí y quería
comunicarles que la semana próxima viajaré para al fin poder mudarme con
ustedes. Perdón por no haber podido llevar el proceso a cabo junto a ustedes,
mi familia. Ya saben, cosas del trabajo…
- No es tu culpa, sabemos que es complicado tener que
mudarse todo el tiempo, tu trabajo no es fácil. Se nos está haciendo un poco
tarde, así que debemos colgar.
- Entonces nos vemos en una semana, las amo.
- Nosotras también te amamos.
Fin de la llamada.
Yo había estado impaciente esos cinco minutos, hace mucho
que no hablaba con papá y quería saber algo de él. Así que me atreví a
preguntar:
- ¿Llamó por algo en especial?
- Quería desearte suerte en tu primer día de cases y ¿Adivina
qué? ¡Tu padre se muda a vivir con nosotras!
- ¿Cuándo?
- En una semana. Bueno, trae tu mochila que tenemos que
estar en el liceo en veinticinco minutos.
- Bueno, ya voy.
Era una buena noticia, volver a vivir con Rafael García, mi papá.
Él generalmente trabaja y está muy poco tiempo en casa, por eso lo extraño
tanto. Por su puesto que el no lo sabe, no suelo sacar mi lado “débil” a la
vista tan fácilmente. Claro que él debe imaginárselo.
En el auto...
Mamá estaba escuchando música en la radio y la verdad no era
de mi agrado, era ese tipo de música aburrida, una especie de balada romanticona.
Así que agarré mi celular, puse los
auriculares y pensé: un viaje al mundo de la música, ¡Al fin! de una vez por todas
podría relajarme. Le di play a una de mis canciones favoritas y mi siguiente
acción fue cerrar los ojos. A veces uno necesita relajarse, tomarse un tiempo
donde no es necesario pensar, ponerle un OFF al cerebro y dejarse llevar.
Imaginarse cosas, lo que uno quiere, no la verdadera realidad. Siempre pensé
que es mejor vivir en tu propia realidad.
De repente algo interrumpió mi quietud...es mi primer día
aquí, bueno el primero sin contar que ayer nos mudamos. Nos íbamos a mudar
antes, pero hubieron unos cambios de planes por el clima, daban alerta roja y
todo se retrasó. ¿Cómo serán las cosas aquí? ¿Llegaré a tener buenos amigos? Supuse
que sí. Nunca tuve mucha facilidad para hacer amigos, en especial porque no soy
una de esas personas que se dan a conocer muy fácilmente, pero esta vez me
tenía confianza.
Después de eso comencé a observar la ciudad. Sinceramente nunca
me gustó mucho vivir en la ciudad, siempre preferí el campo por muchas razones:
la quietud, el aire puro…
En ese momento el sonido del motor cesó, el auto se detuvo y
me quité los auriculares.
- ¡Llegamos!
La palabra que no quería escuchar había llegado a mis oídos.
Tragué saliva y me puse bastante nerviosa.
Esta genial, me encanta, deberias seguir escribiendo, enserio es maravilloso saluditoss <3
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