Muchos nervios, demasiados por un día
Bajé del auto. Delante de mí estaba un enorme y rústico edificio, con rejas a su alrededor y una enorme y vieja puerta de madera. Pareciera que en mi estómago estuviera sucediendo algo como una batalla acampal.
Atravesé la gran puerta junto con mi madre, que en un papelito tenia anotado el número de salón que me correspondía. Yo intentaba inhalar y exhalar, fijar mi mente en otra cosa, pero era una misión casi imposible.
Finalmente mi madre me avisó que habíamos llegado y sin consultarme por mi estado actual - Eso quiere decir que si me estaviera muriendo no habría detenido su mano – tocó la puerta.
Salió un hombre alto, de barba dejada crecer, no muy mayor. Vestido con una camisa blanca, tirando a cremita, tal vez por el uso, una corbata azul oscura, unos pantalones marrones y unos zapatos de vestir del mismo color.
-Pasa, adelante acabamos de empezar la clase. Espera unos minutos que necesito hablar con tu madre.
Le hice caso, pasé y todos me estaban mirando pero por suerte no fue por mucho.
Miré a cada uno de mis nuevos compañeros. Algunos escribían, otros se pasaban notitas – Seguramente ya se conocieran - En fin, todos estaban en la estratósfera menos un chico castaño claro de ojos verdes de mirada cautivadora.
Él me miró, escribió en su cuaderno y cuando lo miré me sonrió. Parecía una de esas personas simpáticas. Noté que con su mirada parecía querer decirme algo. Fue la persona que más llamó mi atención. Los demás no me parecieron muy interesantes.
El tipo de la barba volvió, se aseguró de que todos mantuvieran silencio y después de pasar su mirada por cada uno de sus nuevos alumnos exclamó:
- Bueno alumnos, ella es una nueva estudiante Lola García. Ella es nueva en el instituto y espero que se lleven bien. Como dije antes, soy Simón Bellcut, su profesor de dibujo. Lola allí hay un lugar libre. - Señaló justo detrás de aquel chico que me había estado observando anteriormente y eso me inquietó un poco -
Yo procedí a sentarme y cuando pasé él me miró y yo seguí caminando como si no hubiera pasado nada. Bueno...ahora que saben mi nombre, debería presentarme ¿verdad?
P Soy Lola García Giraldi
R Tengo 12 años
E Nací el 18 de junio en Buenos Aires.
S Mis ojos son verdes y soy castaña clara.
E Se podría decir que no soy muy alta pero tampoco baja.
N Mi número de la suerte: 18
T El color que más me atrae es el verde
A Si tuviera que elegir un animal, este sería el caballo
C La comida que más me gusta es la pizza
I Postre: Helado de dulce de leche granizado
Ó Se tocar la guitarra
N Soy hija única
Ahora que terminó mi presentación mejor seguimos con mi primer día de clases.
Digamos que mi clase no fue tan aburrida como pensé...debe ser porque me encanta dibujar y todo lo que sea referido al arte.
Después de que sonó el timbre todos salimos a los pasillos.
Caminé hacia mi casillero, me había tocado el 18. Afortunadamente mi número de la suerte. Lo abrí con su combinación, una que había inventado improvisadamente y estaba intentando memorizar. Habría que hacerlo original y poner una lista con mis horarios para no olvidarlos. Soy una de las personas que no dejan las cosas tal y como están, iguales a las demás, suelo personalizarlas, darles un toque especial, es algo que me parece divertido.
En ese preciso instante observé que el chico que estaba delante mío en la clase, estaba a unos metros abriendo su casillero. Por curiosidad leí el número y era el 21. Estaba cerca, solo a unos tres casilleros de distancia. Bueno era mejor que sacara las cosas necesarias para la siguiente clase. Acto siguiente lo hice y cerré mi casillero.
Los de alrededor estaban hablando y yo era la única que no hablaba con nadie.
El chico del casillero 21 se me acercó.
- Hola soy Alex y tú eres Lola ¿No es así?
- Sí, mucho gusto.
Pff… ¿Qué clase de cosas decía? ¿Mucho gusto? Yo nunca digo esas cosas, son demasiado formales. No soy una persona muy formal o educada.
- El gusto es mío - contestó
Y de nuevo clavó sus ojos en los míos. Otra vez esa mirada profunda...profundísima, sus hermosos ojos verdes resaltaban en su cara más que su cabello casi rubio, lacio y corto. Su nariz era perfectamente pequeña y sus labios tenían la forma adecuada, ni grandes ni pequeños. Su altura era casi la misma que la mía y él era bastante flaquito...simplemente era una persona que parecía ser tierna, por su apariencia, claro.
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