¿Hay peor clase de tortura?
Escuché una voz que decía mi nombre y me dí vuelta.
¿Adivinen quién era? Sí, así es, era Becky.
Tenía suerte de haberme encontrado con ella, así tendría un viaje menos
aburrido. Siempre es mejor estar acompañada.
La saludé y cruzamos.
- ¿Vos también vas a aquella parada? – Señalando la parada a la que yo me
dirigía.
-Sí ¿a vos que ómnibus te sirven?.
Luego descubrimos que nos servían los mismos menos dos, así que decidimos
usar solo los que nos servían a ambas.
Cuando quise acordar estábamos sentadas en el ómnibus una al lado de la
otra. Charlamos un rato. Ella mencionó que no conocía a nadie más que a Alex y
a mí. Yo sinceramente le respondí que estaba en su misma situación. Ella me
planteó que si quería que nuestro objetivo de hoy fuera tratar de conocer a
nuestros nuevos compañeros. Yo acepté.
Nos tocó bajarnos del ómnibus, nos paramos, tocamos el timbre y bajamos.
Retomamos nuestra caminata. Nos faltaban varias cuadras para llegas así que
aproveché y le pregunte a mi amiga si quería que fuéramos juntas todos los días
al liceo.
Afortunadamente ella respondió que sí.
No pude ocultar una sonrisa. Una de las cosas más aburridas era tener que ir
sola al liceo, pero yo tendría a Becky alegrando mis mañanas.
Unos minutos mas tarde llegamos al liceo. Ya teníamos los útiles a mano así
que no fue necesario ir a nuestros casilleros. Entramos a la clase y nos
sentamos en nuestros respectivos asientos.
Las primeras tres clases pasaron rápido y sin ningún problema. Yo estaba
junto a Becky en el recreo cuando unas chicas, al parecer compañeras del curso
se nos acercaron.
- Hola, ustedes son Rebeca y Lola, ¿No?
Nosotras asentimos con la cabeza.
Una de ellas era alta, rubia y de ojos celestes, mientras que la otra era
pelirroja, de ojos verdes, pequitas y estatura media. Pecas, era algo que
siempre me resulto tierno, nunca supe la razón.
- Bueno, nosotras somos Paula – Señalando a la chica pelirroja y Lucía.
Queríamos preguntarles si saben donde esta la cantina.
- No lo sé, pero yo quería ir. Si quieren podemos buscarla juntas – Dijo
Becky.
- Ayer recorrimos el liceo con Alex y pasamos por la cantina. Creo que es al
fondo del pasillo, a la izquierda. - Dije
- Bueno, ¿Vamos? – Le preguntó Lucía.
Becky les dijo que sí y a mí que ya volvía.
Mientras tanto me acerqué a la ventana y mi mirada se perdió en el cielo
azul. Era normal que yo me distrajera fácilmente o quedara “colgada”. Es algo
que nunca cambió de mi.
- Hola ¿ Qué estás haciendo? – Era Alex
- Hola, nada – Suspiré.
- Dicen que cada suspiro es a causa de que te hace falta algo.-
En ese instante sonó el timbre.
- Puede que tengas razón - Contesté
Me senté en mi asiento.
Llegó el profesor de matemática, pasó la lista y finalmente escribió un
trabajo en el pizarrón. Examinó fríamente con sus ojos que por un segundo
parecieron de cristal a cada uno de nosotros y prosiguió:
- García pase al pizarrón.
Mi corazón se congeló al igual que su mirada fría en ese momento. Cuando
volvió a latir fue con muchísima más fuerza. Miré el pizarrón, me armé de valor
y me levanté. Mis piernas temblaban pero aún así pude aproximarme al profesor
quien me dio el marcador con el cual debería resolver el enigma impregnado en
el pizarrón.
Lo leí una...otra y otra vez más...innumerables veces y no encontré su solución.
Había escrito un par de garabatos y divagues con cuentas que ni siquiera yo entendía,
cual calculadora descompuesta. Era realmente aterrador estar allí al frente con
una tarea que debes resolver y no tienes idea de como hacerlo.
No logré escribir ni si quiera una coherencia. Al final no había hecho absolutamente
nada como para ganar puntos.
Giré mi cabeza cual búho en la noche, con miedo a lo que pudiera encontrarme…allí
estaban, sentados, mis compañeros con muecas de no entender ni jota. Sentía
como todos me observaban cuando de vuelta miré hacia el pizarrón. Sentía sus
miradas clavándose en mi espalda. Sí, me miraban, pero el que más me miraba en
particular era le mismísimo profesor quién estaba muy serio.
- Bueno, si no sabes podes sentarte. – No dijo nada más.
Esas palabras chocaron contra mi cerebro como una puñalada. No sabia si estar
aliviada o no. Me sentí totalmente humillada, más bien como una burra.
Me mudé. Si, todo indicaba que iba a comenzar una nueva vida dejando todo lo demás atrás. No sabía si sentirme felíz o triste, simplemente pensé: "Si es que existe un destino, que me lleve como el viento a las olas". Tiempo despues descubrí algo inusual, que me diferenció de los demás y ahora tendré que vivir con ese inconveniente.
domingo, 26 de febrero de 2012
2 comentarios:
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No te respondo porque me parece que es un espacio para ti, mi lector pero leo absolutamente TODOS y si los respondo será en tu blog.
Muchísimas gracias ♥
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Gracias por pasarte bonita(:
ResponderEliminarMe gusta mucho tu novela, de verdad creo que es muy buena, te sigoo
un beso!
Muy intrigante :$ , pero Perfecto , espero el prox. capitulo :P , Cuidatee Te SIGO ^^
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